Por: José Delance
Paterson, NJ.-La situación
existente en la República Dominicana respecto a las Administradoras de Fondos
de Pensiones (AFP) sobre el manejo de los fondos de pensiones, tiene un
ingrediente muy similar al que acontece con el curso que se le ha estado dando al
COVID-19 en múltiples vertientes.
Se
trata, nada más y nada menos, de rentabilidad, eso está muy claro, tan sólo
para los interesados en mantener las cotizaciones acumuladas en las cuentas de
los afiliados y afiliadas de manera intacta, con la finalidad de seguir
haciendo inversiones que les permitan sus particulares beneficios, en la
consecución de los objetivos espurios de las autoridades financieras.
Las AFP
seguirán obteniendo rentabilidad para que los malsanos funcionarios que las
dirigen continúen lucrándose. Ahora bien, los fondos cotizados por los afiliados
y afiliadas tendrán que ajustarse al esquema de fondos existente, debido a que
esto tiene que conjeturarse con la proporción invertida en su portafolio, ya
sea renta fija o variable.
Debemos
entender que para el caso en cuestión, existe una eventualidad que se llama
COVID-19 y eso irrumpe cualquier esquema sometido en el Sistema Financiero a la
fecha, pero la situación no ha de manejase con desconocimiento y falta de
profesionalidad, pues los ejecutivos de las AFP no deben pronunciarse
negativamente cuando se trata de la entrega de los fondos a quienes les
pertenecen.
Si
bien es cierto que los fondos de pensiones pertenecen a los afiliados y afiliadas,
que los mismos no tienen ninguna relación con el capital de las AFP, no menos
cierto es que la función correspondiente
de las AFP es la de administrar las aportaciones que se encuentran
acumuladas en las cuentas de los afiliados y afiliadas.
En
ese mismo orden, las AFP están encargadas de administrar todas las ganancias
que se producen por la inversión de esos recursos, las cuales pertenecen a los cotizadores,
cuyos beneficios han de ser destinados para aumentar los saldos de las
respectivas cuentas individuales que corresponde a cada uno de ellos;
distribuyéndose a dichas cuentas de manera obligatoria, acorde a su esquema.
Debemos
destacar, que las AFP, como instituciones financieras, tienen un patrimonio
propio, cuyo monto mínimo está fijado por la ley, el cual debe estar completamente
separado de los recursos acumulados en las cuentas de los afiliados y afiliadas.
En este sentido, la situación financiera de las AFP no ha de afectar los fondos
de pensiones bajo ningunas circunstancias, es decir, que no tendrá efecto
alguno sobre los ahorros de dichos afiliados y afiliadas.
Al
parecer, la Superintendencia de Pensiones (SIPEN) como una entidad que actúa en
“nombre y en representación del Estado
Dominicano”, cuya función es la de “velar
por el estricto cumplimiento de la Ley 87-01 y sus normas complementarias”,
basada en “proteger los intereses de los
afiliados, de vigilar la solvencia financiera de las Administradoras de Fondos
de Pensiones (AFP) y de contribuir a fortalecer el Sistema Previsional
Dominicano”, no ha estado realizando las funciones para las cuales está
destinada.
Está
claro el asunto, como dice el refrán: “no
podemos tapar el sol con un dedo”, pues como las cosas andan mal por esos
predios, no creemos que una Ley para devolución de los fondos a los que han
hecho sus aportaciones a las AFP tenga una verdadera salida, ya que los
intereses particulares están desbordados; permeando el Sistema Financiero
nacional, donde se toman esas decisiones.
Como
dicen en mi pueblo: “vayamos al grano”,
si como sociedades financieras, las AFP tienen que su principal objetivo es
“administrar las cuentas personales de
los trabajadores afiliados y otorgarles una pensión cuando estos finalicen su
vida laboral, ya sea por jubilación, invalidez, vejez o accidente laboral”;
pero en este caso particular que se ha presentado la pandemia COVID-19, una
eventual situación que amerita ajustes en todos los renglones, los funcionarios
se niegan a entregarles el dinero a los afiliados y afiliadas para mitigar el
momento, entonces, olvidémonos de LEY, no hay más que hablar.
Entendamos
de una vez y por todas que la intensión de los funcionarios es clara y precisa,
tal cual lo dicen en mi pueblo, un refrán muy conocido: “el amor y el interés se fueron al campo un día y mas pudo el interés
que el amor que le tenía”.
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